viernes, 1 de mayo de 2009

31º Capitulo

Diego llegó a la clínica con un ramo grande de rosas rojas y una cesta con dos peluches y globos.
*Diego: Espero que papá pueda conocerlos ¿Cuándo vuelve de su viaje?
*Luca: Creo que vuelve en dos semanas ya les tomé unas fotos a los mellizos para mostrarselas a Alejandra.
*Diego: Está bien... ¿Has hablado con ella?
*Luca: Sí... Pero somos sólo amigos porque consiguió novio. Aún quiere conocer a los mellizos.
En ese momento, Mateo comenzó a llorar. Tenía el pañal sucio. Diego vio que Sonohrina estaba dormida ya que lo necesitaba y le cambió el pañal a Mateo. Le acarició la frente a Sonohrina y le besó la mano tiernamente.
*Luca: La amas... (Sonrió) Y me gusta verte feliz.
*Diego: Lucha por Alejandra. (Sonrió) Es la mujer de tu vida y es quien te hará feliz... Lucha por ella.
*Luca: Trataré de hacer lo que pueda. (Sonrió) Gracias.
Dos semanas después, Luca tocó la puerta del cuarto de huéspedes a las 10:20 de la mañana. Sonohrina, Diego y los mellizos dormían aún, pero Diego se despertó y abrió la puerta.
*Luca: Papá acaba de llegar.
*Diego: Ya salimos. Espéranos afuera.
Luca cerró la puerta y se fue a la sala a esperar a Diego. Le contó al señor Fainello sobre Sonohrina y los mellizos.
*(Sr. Fainello): Veo que me perdí de muchas cosas... (Rio) No sabía que Diego luchó tanto por amor ¿Y cómo es esa muchacha?
*Luca: Ella ya saldrá para que la conozcas.
*(Sra. Fainello): Ya la conocerás. Es encantadora, educada, simpática... Parece una muñeca de porcelana.
Luego de una hora, Diego salió a la sala acompañado de Sonohrina. Ambos sonreían por ver al señor Fainello. Él se levantó del sofá y saludó a Diego y a Sonohrina, se encariñó rápidamente con ella. Al rato, comieron su desayuno. Diego le contó a su papá cómo eran los mellizos y luego del desayuno el señor Fainello los conoció, quienes aún dormían.
*(Sr. Fainello): Diego, tu novia es muy linda... ¿Cuándo te vas a casar con ella?
*Diego: En un par de meses...
Esa noche, la familia Fainello fueron a cenar a un restaurante muy conocido en Verona. Querían darle una bienvenida cálida al señor Fainello y a los mellizos, la idea de la cena fue de Sonohrina. Estuvieron muy tranquilos y luego de la cena regresaron a casa.
*Diego: Le agradaste mucho a mi papá... Eso me alegra, Sonohrina. (Sonrió y la abrazó)
*Sonohrina: Dieguito... ¿Y si paseamos a los bebés?
*Diego: A esta hora no... Es muy tarde ya, Sonohrina...
*Sonohrina: Yo decía mañana. (Le cambiaba el pañal a Mateo)
*Diego: Está bien... (Le cambiaba el pañal a Milagros)
*Sonohrina: Te noto como seco... ¿Te pasa algo?
*Diego: No. Pasa que estoy cansado... (Sonrió) Cuidar gemelos cansa...
*Sonohrina: Sí, pero son mi alegría estos bebés.
*Diego: Sí, la mía también... (La besó) Buenas noches, Sonohrina...
*Sonohrina: (Lo besó) También a ti, Dieguito.
Se durmieron en seguida ya que estaban muy cansados. Sabían que dos horas y media más tarde, los bebés se despertarían. Así fue y cada dos horas y media se despetaron para atender a los bebés. A la mañana siguiente se levantaron tarde porque estaban un poco trasnochados por atenderlos. Luego de desayunar pasearon a los bebés por el patio de la casa, los vecinos se acercaban para conocer a los mellizos y quedaban encantados con ellos.
*Diego: Quisiera tomarte una foto con los bebés.
*Sonohrina: (Sonrió) Está bien...
Diego tomó la foto de Sonohrina con los mellizos con su celular. Luego la abrazó y le besó la cabeza.
Horas después, en Venezuela, Alejandra y su novio Gustavo salieron a comer pasticho. En ese momento, llegó una mujer joven que abrazó a Gustavo.
*Gustavo: Hola Rebeca, ¿cómo estás? (Sonrió nerviosamente)
*Rebeca: Bien... ¿Y quién es ella?
*Gustavo: Alejandra. Es mi novia.
*Rebeca: ¡Sí, ella es tu novia y yo tu esposa!
*Alejandra: (Enojada) ¿Cómo es que ella es tu esposa?
*Rebeca: Como lo oíste, Alejandra. Gustavo es mi marido y tú eres una regalada que quiere acabar con mi matrimonio...
*Alejandra: Yo no soy ninguna regalada. Yo no tenía idea que este hombre es casado. (Volteó hacia Gustavo) Y tú eres un patán... No quiero volver a verte...
Alejandra se fue desilusionada a su casa. De veras sus intenciones con Gustavo eran otras, pero le molestó realmente que él nunca le mencionó que era casado. Se conectó y saludó a Luca. Se animó luego de ver las fotos de los mellizos.
*Luca: Te noto diferente, Alejandra... ¿Qué tienes?
*Alejandra: Luca, terminé con Gustavo hoy. Descubrí una verdad de él que no me gustó.
*Luca: ¿Qué pasó?
*Alejandra: Yo no sabía que Gustavo está casado.
*Luca: ¿Y cuánto tiempo tenían juntos?
*Alejandra: Teníamos cuatro meses.
*Luca: ¿Y nunca le viste nada raro? Tuviste mucho tiempo con él...
*Alejandra: Nunca noté nada, por eso me sorprendió.
*Luca: Siento mucho lo que te pasó, Alejandra...
*Alejandra: Sí, yo también... Lástima que estés tan lejos, Luca... Eres un hombre realmente especial, y por ti siento cosas que jamás en la vida creí que sentiría.
*Luca: Yo también, Alejandra.
*Alejandra: Siento que de quien me he enamorado en serio es de ti, Luca... Tus sobrinos son muy lindos...
*Luca: ¿Quieres ser la madrina de los dos? Yo seré el padrino.
*Alejandra: Pero no puedo, Luca... Ni siquiera sé cuándo es el bautizo y no tengo planificado hasta ahora un viaje a Italia. Me encantaría, pero no creo que pueda.
*Luca: Claro que puedes. Yo te puedo ayudar en lo que quieras, Alejandra. Por favor ven un día y salimos los cuatro como hacíamos en Venezuela... ¿No quieres?
*Alejandra: Claro que quiero. Bueno, Luca me tengo que ir a bañar. Cuídense mucho y muchos besos para los bebés que están bien lindos. Me alegra que haya salido todo bien en el parto... Ya me tenían preocupada.
*Luca: Cuídate tú también, Alejandra. Por favor piensa en la propuesta que te hice ¿Sí?
*Alejandra: De acuerdo... Chao.
Alejandra se fue a bañar y Luca a dormir. Estaba muy cansado y al día siguiente debía ir con Diego a la disquera para firmar unos documentos indispensables para la gira en Italia. Luca pensó en ayudar a Alejandra a viajar a Italia y poder estar con ella para siempre. Luego de una hora, escuchó el llanto de Mateo. A pesar de todo, pudo dormir bien y no escuchó más el llanto de ninguno de los dos bebés.

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